miércoles, 25 de junio de 2014

El Arte









La codicia humana. No podemos dejar de desear, y ello nos magnifica y nos mata. El deseo!. Nos empuja y nos crucifica, llevándonos cada día al campo de batalla donde, la víspera, fuimos derrotados, pero que, al alba, de nuevo se nos antoja terreno de conquistas; nos hace construir, aunque hayamos de morir mañana, imperios abocados a convertirse en polvo, como si el conocimiento que de su caída próxima tenemos nos alterara en nada la sed de edificarlos ahora; nos insufla el recurso de seguir queriendo lo que no podemos poseer y, al llegar la aurora, nos arroja sobre la hierba cubierta de cadáveres, proporcionándonos hasta la hora de nuestra muerte proyectos al instante cumplidos y que al instante se renuevan. Pero es tan extenuante desear sin tregua...Pronto aspiramos a un placer sin búsqueda, soñamos con un estado feliz que no tendría comienzo ni final y en el que la belleza ya no sería fin ni proyecto, sino que devendría la evidencia misma de nuestra naturaleza. Pues bien, ese estado es el Arte. (...)

Pero cuando miramos una naturaleza muerta, cuando, sin haberla perseguido, nos deleitamos con esta belleza que lleva consigo la figuración magnificada e inmóvil de las cosas, gozamos de lo que no hemos tenido que codiciar, contemplamos lo que no hemos tenido que querer, nos complacemos en lo que no nos ha sido necesario desear. Entonces la naturaleza muerta, porque conviene a nuestro placer sin entrar en ninguno de nuestros planes, porque se nos da sin el esfuerzo de que la deseamos, encarna la quintaesencia del Arte, esta certeza de lo intemporal. En la escena muda, sin vida ni movimiento, se encarna un tiempo carente de proyectos, una perfección arrancada a la duración y a su cansina avidez _un placer sin deseo, una existencia sin duración, una belleza sin voluntad.

 Pues el Arte es la emoción sin el deseo.


Muriel Barbery



Collares de Pilar Abella

Para nosotras la Quintaesencia...

Y el Arte en estado puro.







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